MY OWN STORY FROM WHEN I STOPPED BEING MYSELF AND BECAME A MUM

For years, I was convinced that being a mother would change my life. So much so, that I even used to say to others, “everything will change once the baby arrives”, without being a mother myself. What I wasn’t aware of was the scale of this change. My mother always said to me, “when you’re a mum you’ll understand.” And she was right. Before even becoming a mum, I felt like the ‘perfect mother’. I was the mum that would give advice about anything (without even being asked for it), the one that would never have to deal with a tantrum in public, the one that would never use a mobile phone to calm their child down in a restaurant - I was perfect. Now, I am a mum, but living an unhappy and imperfect maternity. When I became a mother, my life did a 180. Before, I had time for my husband, for my friends, for my family and for myself. I could go to the supermarket without any worry. If I was hungry and there was nothing at home, I could just go out or order something in. If I wanted to go to the beauty salon for a mani-pedi it was easy, and if we wanted to go on a couple’s holiday, we’d just go. Going to the cinema or out to eat was easy, too. All I’d have to do is pick up my handbag, a book and my car keys and I’d be ready. Now that I’m a mum, that’s all changed. A trip to the supermarket is an odyssey. It’s a direct trip and it normally lasts as long as it takes for my son to eat a piece of fruit. Going to the salon for a mani-pedi now involves organising a sitter. Going on holiday with my husband does, too. Ugh, how stressful! However, in the two years I’ve been a mum, I’ve learnt to relax a bit more and that life doesn’t need to be complicated. Of course, when you’re a beginner, you tend to look at things in a more complicated way, seeing as it’s something you’re not used to doing on your own and without someone you can depend on 24/7. At first, I used to end up getting so worked up I’d cry (hello, baby blues!) when things didn’t go my way or how I expected them to. Being sincere, I still have moments like that, however, I try to relax as much as possible and let things happen as they’re supposed to. If I have to finish the shop when he plays up or drops his fruit? Never mind, I’ll pay, and I’ll leave. We don’t have a sitter for when we go away? No problem, he comes with us, even if it means adjusting our plans. There’s nothing prepared for lunch? That’s fine, I’ll make something quick, practical and healthy that I’ve learnt to make – I’ll tell you about it later on. I must say, this did not just happen overnight. This was a gradual process and every day, I learnt something new to help me live my life as stress and care free as possible. That’s why I invite you to join me on this journey known as ‘maternity’. Here, I’ll show you how I go about living my life without stress, because being practical in this wonderful, chaotic life is priceless.

My name is Chari de Sanchinelli, I’m 34 years old and I love my uncomplicated life. Welcome to my world!

MI HISTORIA PERSONAL DESDE QUE DEJÉ DE SER YO Y ME CONVERTÍ EN MAMÁ

Por años estuve convencida que el ser madre me cambiaría la vida. Incluso tenía el coraje de decirle a las personas, sin ser madre aún, "definitivamente todo cambia cuando llega el bebé". Lo que no sabía era la magnitud de ese cambio. Mi mamá siempre me dijo: “cuando seas mamá me vas a entender”. ¡Qué razón tenía! Antes de ser mamá era la mamá “perfecta”. Yo era esa mamá que tenía un consejo para todo (aún cuando no me lo pedían), era la mamá a la que nunca le iba a pasar ese berrinche en la calle, era la mamá que nunca iba a usar el celular para mantener calmado a su hijo en un restaurante, en fin, era la mamá perfecta. Ahora, soy una mamá que vive su maternidad “imperfectamente” feliz. Cuando me convertí en mamá, mi mundo dio un giro de 180º. Antes de ser mamá tenía tiempo para mi esposo, para mis amigas, para mi familia y para mí. Antes podía ir al supermercado sin ninguna preocupación o pena, si me daba hambre y no había nada preparado en la casa salía a comprar algo o pedía a domicilio, si quería ir al salón a hacerme un manicure y pedicure no había problema, si queríamos irnos de viaje con mi esposo nos íbamos, e ir a cenar y al cine era facilísimo. Lo único que tenía que hacer era agarrar mi bolsa, un libro y las llaves de mi carro y ¡listo! Ahora que soy mamá todo eso cambió. Ir al supermercado es una odisea ya que tengo que ir al grano y la compra dura lo que le dura la fruta a mi hijo. Ir al salón a hacerme un manicure y pedicure es de organizarme bien y ver con quién se queda mi hijo. Irnos de viaje con mi esposo es la misma historia. ¡Uff! ¡Qué estrés! Sin embargo, en estos dos años que tengo de ser mamá me he ido relajando poco a poco e ido aprendiendo que esta vida no debe ser complicada. Claro está, uno, al ser primerizo, mira las cosas de una forma bastante complicada ya que uno estaba acostumbrado a hacer las cosas solo y no con alguien que depende al cien de uno. Al principio me complicaba al grado de desesperarme y llorar (hello, baby blues!) por qué las cosas no salían como lo esperaba. Y, te soy sincera, a veces me pasa todavía. Sin embargo, trato de relajarme lo más que pueda y dejo que las cosas fluyan como tienen que fluir. ¿Qué tuve que terminar de hacer el súper rápido porque a mi hijo se le cayó la fruta o porque se la terminó? Entonces cero bolas, pago y me voy. ¿Qué no tenemos con quién dejar a mi hijo cuando viajamos? Cero bolas y se viene con nosotros (aunque tengamos que cambiar de planes durante el viaje). ¿Qué no hay comida preparada para el almuerzo? Cero bolas y preparo uno de los menús rápidos, prácticos y saludables que aprendí y que más adelante les contaré. Debo confesar que esto no sucedió de la noche a la mañana. Esto fue un cambio gradual y todos los días aprendo algo nuevo que me ayuda a vivir mi vida cero bolas. Es por eso que te invito a que vivas conmigo este viaje que se llama maternidad. En este espacio te iré mostrando mi vida como mamá y como la vivo cero bolas, por que ser práctico en esta vida caóticamente hermosa… ¡No tiene precio!
Mi nombre es Chari de Sanchinelli, tengo 34 años y ¡amo vivir mi vida cero bolas! ¡Bienvenida a mi mundo!